El siguiente artículo corresponde a la vigésimo novena entrega de esta sección dedicada a la prensa escrita. El texto está copiado íntegramente del periódico El Pirineo Aragonés publicado en el número 1204 y 1207 de fecha14 de Abril y 5 de Mayo de 1906, estando situada su administración en C/ Obispo 6.
AÑO XXV Nº 1204 de 14 de Abril de 1906
Entre los jóvenes de la clase artesana se nota el entusiasmo precursor de la tradicional y alegre fiesta del Primer Viernes de Mayo, y es de esperar también los de la no menos apreciable de labradores procurarán que no decaiga su concurso, à fin de reunir lucidas escuadras de tiradores, ya que el ayuntamiento Portu parte no escasea Ningún año los estipendios y obsequios que de tiempo inmemorial viene destinando á la patriótica conmemoración.
AÑO XXV Nº 1207 de 5 de Mayo de 1906
Viernes de Mayo
En los tiempos primitivos poseían los habitantes de España libertad é independencia, y esto bastaba para que fuera un pueblo feliz completamente.
Dueños absolutos de un suelo feracísimo en que la pródiga naturaleza les ofrecía cuanto pudieran desear, y disfrutando de una paz y tranquilidad por nadie turbadas, nada ambicionaban; ningún objeto hacía que estimulara su codicia. Más que un pueblo pacífico y sosegado por sus costumbres, parecía un ejército que descansando se disponía emprender en tiempo no lejano guerra encarnizada con los que pretendieran arrancarle su felicidad. Más ¡ay! Que aquella paz envidiable había de ser muy pronto interrumpida para siempre. España no había de criar hijos que no tuvieran que conquistarse el suelo que pisaran; no había de pasar á la posteridad como un pueblo entumecido por falta de acción, y si había de legar á las generaciones venideras una historia gloriosa, un monumento erigido para perpetuar su heroismo.
Su hermosa situación geográfica, la benignidad de su clima, la riqueza de su suelo, fueron los alimentos que incitaron á los naturales de otras regiones del globo a posesionarse sobre ella. De remotas tierras se acercaron en son de paz, y con ánimo de sorprender su sencillez y buena fé. Y los que á sus playas abordaron fingiéndose amigos, no tardaron en manifestar sus deseos de ser señores. Fenicios, griegos, cartagineses, romanos, suevos, vándalos, alanos, fueron los que sucediéndose sin interrupción, dominaron durante algunos siglos en nuestra rica patria.
Tres hacía que los godos regían sus destinos, cuando por la parte opuesta á la que entraron ellos, sintiéndose el suelo íbero hallado por la planta de otra raza no menos aguerrida que la que á costa de su sangre había alcanzado en parte el logro de sus afanes. Los conquistadores de Siria, la Persia y el Egipto, llegaron á las playas del mediodía en número considerable y luego desarrollaron su genio batallador, dando evidentes pruebas de sus conocimientos sobre la guerra. Los españoles, ya cristianos, después de algunos años de paz, no tuvieron tiempo de salir de su sorpresa y fueron derrotados en la batalla de Guadalete. Envalentonados los árabes después de ésta victoria, avanzaron por toda la península de tal modo que en el corto periodo de dos años fue completamente dominada por ellos. Desde el estrecho de Gibraltar hasta el Cantábrico; desde el Océano hasta el Mediterráneo, pertenecía a los fogosos hijos de Mahoma, á los fanáticos sectarios de Islam.
Descubrámonos con respeto ante las veneradas tradiciones; humillémonos ante el recuerdo de aquellos aguerridos soldados que con denoda de arrojo, sostenido por el amor á su Dios y á su Pátria, conquistaron una vez más su país y restauraron la monarquía; porque desde aquí principia la gran epopeya de la gloriosa reconquista de nuestra Pátria. Desde don Pelayo, que al frente de un puñado de hombres decididos á vencer ó morir, derrotó á las huestes agarenas en las escabrosidades de Covadonga, al propio tiempo que en los riscos pirenaicos eran perseguidas y combatidas por el rey proclamado en Sobrarbe Gari-Iñiguez, al mando de intrépidos montañeses, hasta los augustos reyes católicos, Don Fernando y Doña Isabel, que tras de victorias sin ejemplo, colocaron la santa enseña de la redención sobre las altas torres de la prédica Granada, último baluarte en España de la raza africana, cuantos soberanos hubo en este glorioso paréntesis, supieron secundar las hazañas de aquellos que en Asturias y en Aragón fueron elegidos sus caudillos y sus reyes, jurando librar á su pátria del yugo á que estaba sometida. ¡Es la historia de siete siglos!… pero 700 años de incesantes y encarnizadas luchas., de actos heroicos de abnegación y patriotismo,, que sólo la decisión de la raza española, podía soportar.
Jaca, nuestra querida Jaca, cayó también en poder de los sarracenos siendo por su posición estratégica una de las poblaciones que más les importaba conservar, por ser la llave que había de abrirles las puertas del continente europeo, y proteger en caso necesario su retirada. Esto hace comprender lo difícil que había de ser recuperarla. Cuarenta y cuatro años estuvo en poder de los invasores, al cabo de los cuales se rindió ante la fuerza de los cristiano montañeses que capitaneaba el Conde Aznar. En el año 760 se fija este acontecimiento, y en el mismo, y a principios del mes de las flores, quedaba libre de sus enemigos esta ciudad, que, según expresión gráfica de un de un admirador de nuestras pasadas glorias, es “rico florón de la corona de Aragón” librándose la gran batalla que tiñó de sangre, hasta empaparse, el terreno que comprende la confluencia de los ríos Areagón y Gas, en una extensión de más de media legua, á cuyo feliz éxito contribuyeron también en gran parte las valientes matronas jacetanas, que ardiendo en deseos de ayudar á sus parientes y amigos, y después de recoger cuantas armas pudieron, se ataviaron, personándose en el lugar de la pelea, decidiendo la victoria a favor de los cristianos.
Al regresar a sus hogares y saborear tan señalado triunfo, trajeron consigo las cabezas de los cuatro caudillos sarracenos que estaban colgadas en las puntas de las más largas lanzas. Estas y la cruz de Sobrarbe forman hoy el escudo de armas de esta fidelísima ciudad, que desde luego se adoptaron como tales para memoria imperecedera de la señalada victoria de las matronas jaquesas.
Es pues que al celebrarse el 1146 aniversario de la trascendencia de este acontecimiento y es muy justo que a través de tanto siglo lo celebremos con el entusiasmo de siempre prometiéndonos ser dignos descendientes de los que tanta gloria dieron a nuestra amada pátria.